Somos lo que hacemos. La gente no ve lo que pensamos, no ve lo que sentimos, ve lo que hacemos. La historia no se escribe con buenas intenciones, se escribe con hechos.
Probablemente estos pensamientos son los que el tentador quiso poner en la mente de Jesús al decirle “si eres hijo de Dios, dile a estas piedras que se conviertan en pan”. Cómo iba a creer ser hijo de Dios si no podía hacer algo que el hijo de Dios haría.
Pero Jesús no fundamentó su identidad en sus acciones, sino que sus acciones tenían fundamento en su identidad. Entonces, ¿en base a qué construyó Jesús su identidad? En base a 30 años de tranquila búsqueda de Dios, lectura de los escritos sagrados, y en especial de aquella voz que días atrás había escuchado desde el cielo, diciendo “Este es mi HIJO AMADO, con quién estoy muy contento”.
Luego, si por algo estaba seguro de que era hijo de Dios, era porque EL PADRE SE LO HABÍA DICHO. Y tú, ¿por qué eres hijo de Dios? ¿Qué te hace estar tan seguro de que eres hijo de Dios?
Hay una delgada línea que separa lo que somos de lo que hacemos. NO SOMOS LO QUE HACEMOS, SOMOS QUIEN EL PADRE DICE QUE SOMOS.
Y no importa si te has caído, si estas en un pozo profundo, hundido en dolores o pecados o adicciones. Desde más abajo me sacó Dios, para decirte hoy que no debes creerle al diablo lo que dice de ti. Si te equivocaste, levántate. Si te caíste, párate, porque somos seres humanos falibles, pero contamos con un Dios que no se va a detener hasta que comprendamos que Su amor va más allá de lo que podemos entender, y que nos ama sin importar nuestra condición, y que recibiendo ese amor es la única manera de realmente salir adelante.
Y el tentador pregunta: “¿Si eres hijo de Dios, por qué estás así, o por qué haces esto o aquello?”
¿qué responderás?
“Si, a veces me equivoco. Pero ninguno de mis pecados me puede apartar del amor de Dios, y sé que Él me está cambiando, y me sacará adelante. Hoy decido creer que SOY HIJO DE DIOS por el amor que Él me tiene, no por mi condición actual o futura. Y hoy decido confiar en ese amor...”